jueves, 24 de febrero de 2011

La evolución de la lectura de Calpurnia Tate
Antonio G. Iturbe

http://www.que-leer.com/6880/la-evolucion-de-la-lectura-de-calpurnia-tate.html

En Roca Editorial me sugirieron vivamente la lectura de uno de sus nuevos libros: La evolución de Calpurnia Tate de Jacqueline Kelly. Me dijeron que en Estados Unidos se había vendido como un libro juvenil, pero que ellos pensaban enfocarlo a un público total: tanto juvenil como adulto (eso que los enterados llaman crossover). Yo me mostré reticente, refunfuñón incluso. Pero me insistieron en que lo leyera, convencidos de que me iba a gustar. A mí me parecía que el libro tenía un inequívoco aspecto de novela juvenil. Al leerlo comprobé que Calpurnia es una niña que vive en una gran casa con sus hermanos donde se desayunan tortas de pacana, hay clases de piano por las tardes y el elemento misterioso es un abuelo de aspecto imponente y algo arisco, que pasa el día encerrado en su biblioteca con sus experimentos. Calpurnia sufre uno de los momentos más traumáticos de su vida cuando su madre, para asistir a una función musical, la obliga a hacerse un peinado con tirabuzones. Calpurnia (aficionada a coleccionar insectos) se acerca a su abuelo y descubre que es un excelente naturalista. Y como no podía ser menos, ese aparente ogro que era el abuelo resulta convertirse ante la admiración inocente y decidida de Calpurnia en un pedazo de pan con miel y a convertirse en el “abuelito”. El espíritu de Johanna Espyri se me apareció por un instante. Me iba reafirmando línea a línea en mi circunspecta idea: aquello era una azucarada novela juvenil y al señor periodista de cuarentaytantos, canoso y con mala sombra que soy, le pareció que no le interesaba. Sin embargo, el muchacho curioso y soñador que un día fui (o creí haber sido) emergió de alguna parte y quiso seguir leyendo. Y lo cierto es que, incluso a regañadientes, tenía que admitir que quería saber más de esa evolución de Calpurnia en los saberes de la biología con sus pequeños experimentos con insectos y su cuaderno de anotaciones de campo revisado por el abuelo, darwinista convencido. Y su hallazgo botánico, con rango de modesto descubrimiento. Así que al final me hice un hueco en la biblioteca-laboratorio del capitán Tate y me pasé un par de agradables tardes escuchando al abuelito naturalista que le enseñaba que es más importante viajar con esperanza en el corazón, que llegar sano y salvo. Y al final me di cuenta de que La evolución de Calpurnia Tate es un libro juvenil para mayores. Porque es un libro juvenil pero al estilo de aquellos que se leían hace 20 ó 30 ó 50 años, cuando el mundo era menos cibernético y las novelas se desarrollaban en veranos interminables en grandes casonas inglesas con chimenea y, preferentemente, con desván o pasadizo secreto. Este libro recoge esa tradición y nos devuelve a otro tiempo de lectura más pausado y más ingenuo, ni mejor ni peor que el de las trepidantes lecturas juveniles actuales, simplemente diferente, pero que uno recuerda con gran cariño. Por tanto, a este libro se le puede considerar un fósil, pero también una joya.

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