Cuentos para todo el mundo
Discurso de aceptación del premio Hans Christian Andersen
Por Jutta Bauer | Para LA NACION
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Jutta Bauer no cree que los niños dejen de leer libros por culpa de la computadora.
Buenas noches, damas y caballeros. Gracias al IBBY (Organización Internacional para el Libro Juvenil) por haberme concedido este premio. Gracias a la reina de Dinamarca y a toda la gente que organizó las cosas tan bien aquí.
Alguien me dijo la semana pasada: "Oh, ganaste el premio Andersen. ¡Entonces eres la mejor ilustradora del mundo hoy en día!". Me sentí muy rara y no pude estar de acuerdo. Creo que, haga lo que uno haga o sea lo que sea, no se trata sólo de uno.
Uno siempre es parte de un todo. Así que intentaré decir algo acerca de ese todo que hizo que hoy esté aquí.
En primer lugar, como parte del todo, debería hablar de mi familia, por supuesto. Porque la familia es la primera influencia, y la mayor de todas.
Formo parte de una gran familia. La menor de una larga fila de (casi todas) hermanas. Y no es una familia rica... ésa puede ser una conexión con Andersen.
Cuando estaba en la escuela primaria, las maestras les dijeron a mis padres: "¡Jutta tiene un talento tan grande para el dibujo que debería tomar clases de arte después de la escuela!". Pero mi padre dijo: "Bueno, siempre puede tener papel y lápices, y eso bastará".
Creo que bastó. En nuestro sótano había una enorme pila de volantes... sobre la seguridad vial para los alumnos (porque mi padre era maestro de la escuela elemental). Tenían el reverso en blanco. Yo los usé mucho. Tal vez debería sentirme un poco avergonzada porque tantos alumnos nunca llegaron a tener sus instrucciones de seguridad.
Pero lo más importante, me parece, es que tuve padres que cantaban canciones junto a mi cama, y hermanos y hermanas que trataban de robarme las papas de mi plato. ¡Así que gracias a ellos!
Muchos de mis seres queridos están ocultos en mis libros, como mi padre y mi abuela (el ángel) en El ángel del abuelo, y por supuesto, encontrarán en mis libros, disfrazado de pingüino, de oso o de niño, al ser que más amo: mi hijo Jasper. Así que gracias a él por acompañarme esta noche.
Pero cuando era chica tenía otros buenos compañeros, y eran personajes de libros. Se quedan en un rincón de la cabeza durante toda la vida y nunca te abandonan.
Mis favoritos eran el oso Petzi (¡Rasmus Klump, de Dinamarca!), Brumm y Brown, de la escritora alemana Ida Bohatta y, lo mejor de todo, Mumin. ¡Hasta el día de hoy admiro a Tove Jansson, de Finlandia!
Los personajes verdaderamente buenos de los cuentos para chicos hacen realmente un gran trabajo, porque nos ayudan a cargar con nuestras preocupaciones, con nuestros problemas y con nuestras emociones. De manera que gracias a todos ellos.
Estudié ilustración en la Escuela de Artes Aplicadas de Hamburgo. Creo que esas escuelas, en Hamburgo o en Leipzig por ejemplo, son una de las razones por las que tenemos una cultura tan bien desarrollada de ilustración de libros en Alemania.
Mi profesor fue Siegfried Oelke. Con frecuencia se enojaba porque yo pasaba mucho tiempo dedicada a cuestiones políticas, como repartir volantes en las huelgas estudiantiles, en vez de dedicarme a dibujar. Pero en una oportunidad me dijo: "Puedes hacer lo que quieras. Te convertirás en ilustradora". Ese optimismo me hizo bien, me sostuvo. Así que gracias a él.
Cuando empecé a trabajar como ilustradora, después de graduarme, encontré otro "padre profesional": Jochen Gelberg, del sello editor Beltz & Gelberg. Acabamos de celebrar sus 80 años. Él fue quien publicó y promovió a Janosch, F. K. Waechter, Rotraut Susanne Berner... y a mí. Así que gracias a él.
Jochen me puso en contacto con buenos autores: Klaus Kordon, Christine Nöstlinger, Peter Härtling, Benno Pludra, por nombrar a unos pocos. Fui muy afortunada de zarpar con ellos como principiante. De modo que gracias a ellos.
Beltz & Gelberg y sus autores eran epítomes de la atmósfera de emancipación y de la lucha por la libertad en la Alemania Occidental de la década de 1970. Ellos eran un buen motor para una joven ilustradora como yo. Creíamos que podíamos cambiar el mundo. Sólo teníamos que trabajar duro. ¡Creo que eso tal vez sea diferente hoy!
Además de la gente, editores y autores, posiblemente haya otras partes del todo que me hicieron ser lo que soy: lugares, atmósferas, la manera de sentir una época... En primer lugar, la oportunidad de vivir y trabajar en paz y sin miedo. Hemos tenido eso durante mucho tiempo y espero que nunca cambie. Gracias por eso.
Mi ciudad natal, Hamburgo, con su atmósfera desprejuiciada, mucho verde y mucha agua, también es importante para mí. En 1983, yo y otros 18 artistas establecimos el "Goldbekhof": un lugar para trabajar en una fábrica remodelada situada en el centro de Hamburgo, junto a un antiguo canal. Es mi hogar profesional, el que verdaderamente amo, con luz solar desde la mañana hasta la noche, y con la buena compañía de mis colegas, especialmente mi asistente Annette. ¡De manera que también gracias a todos los de allí!
Ahora, después de hablar de toda esa gente y todos esos lugares, tal vez algunos de ustedes puedan estar interesados en mi trabajo, en mis cuadros. Puedo mostrarles algunos de ellos.
Uno de los libros que más significado tiene para mí es La reina de los colores. También es un libro muy personal. Ha sido publicado en muchos países. Pero la mayoría de ustedes tal vez no sepa que originalmente fue un corto animado que hice junto con la realizadora cinematográfica de animación Katrin Magnitz. Nos pasamos semanas recortando las imágenes con tijeras para uñas y disponiéndolas delante de su enorme cámara vieja.
Me siento muy feliz de que La reina de los colores (y también El ángel del abuelo) hayan sido convertidos en piezas teatrales por muchas compañías de teatro y proyectos escolares. ¡A todos ellos, gracias por su buen trabajo!
Madrechillona fue originalmente tan sólo un "cuento de antes de dormir" para mi hijo... ¡y todavía me sorprende el éxito de ese libro!
En El ángel del abuelo trabajé con la historia de vida de mi abuelo y mi abuela. Entre otras cosas, habla de la guerra, el hambre y el nazismo. Creo que si se es suficientemente sensible y se encuentra la forma apropiada, también se puede hablar de esos temas tan oscuros en libros para chicos. Las personas sin techo también pueden ser un tema para un libro para niños, cuando se tiene una autora tan sensible como Kirsten Boie para escribir el texto.
La historia de Selma, la oveja, fue creada en una sola y larga noche. Fue el primero de mis libros que recorrió todo el camino hasta China, que es un viaje muy largo para una oveja. ¡Gracias Selma, hiciste un gran trabajo!
Hay algunos libros que ilustré porque respeto y admiro a sus autores. En primer lugar, quiero nombrar a Jürg Schubiger (otro colega que ganó el Premio Andersen), Franz Hohler y Peter Stamm.
Creo que probablemente para un autor no es un riesgo menor poner su cuento en manos de un ilustrador. Se parece un poco a dejar a un niño al cuidado de otra persona... ¡nunca se sabe qué puede pasarle! Así que gracias a ellos por haber confiado en mí.
Durante los últimos años, algo en mi trabajo y en mi actitud hacia mi trabajo cambió significativamente. Solía pensar que el trabajo de un ilustrador es solitario, sólo yo y una hoja de papel y algunos lápices. Pero recientemente he pasado gran parte de mi tiempo laboral viajando por el mundo, dictando talleres y dando clases en academias de verano y cosas por el estilo.
Conocí mucha gente, adultos y niños, en muchos países. Y me hace muy feliz estar en contacto con tantas personas interesantes y maravillosas de todo el mundo. La gente que me invita a su escuela o a su academia o a su biblioteca cree que soy yo quien les da algo a ellos... una charla, un taller, lo que sea. Lo que no saben es que ellos me dan algo a mí... ¡especialmente los niños! Así que. ¡gracias a ellos!
Admiro la manera en que dibujan tanto y tan bien, su frescura, su cualidad directa, y espero que puedan encontrar algún reflejo de eso en mi propio trabajo.
Bien: he intentado mostrarles un poco de mi mundo y de todas las diferentes personas y lugares que me han ayudado a convertirme en lo que soy y a hacer lo que hago. Lo que aprendí de todos ellos es esto: si quieres hacer un buen trabajo, libros e ilustraciones, trata de conservar un poco de niño en tu interior. Sé simple y auténtico, sé genuino. Eso es todo lo que puedo decir.
Hans Christian Andersen, a quien le debo el honor de estar aquí hablándoles hoy, no se consideraba un autor que escribía especialmente para niños. Y así es como leemos actualmente sus cuentos de hadas: para adultos y para niños.
Eso es lo que pienso de los buenos libros para niños. ¿Acaso no son para todo el mundo? Sería interesante hablar de eso con el buen viejo Hans Christian Andersen.
[Traducción: Mirta Rosenberg] .
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